Llueve y veo las gotas de agua deslizarse a través del cristal de la ventana de mi habitación. Debo reconocer que soy más de sol pero de vez en cuando la lluvia tiene su encanto.
No negaré que en un principio los días lluviosos pueden parecer raros o confusos. Tal vez la mayoría de personas asocien este tipo de días con la melancolía, la tristeza y el hecho de que no apetezca hacer nada, pero también puede relacionarse con cosas positivas como acomodarse en el sofá, disfrutar de una buena película o serie e incluso cubrirte con algo ligero para evitar el fresco. Es tiempo de tomarse las cosas con tranquilidad y aprovechar la calma del hogar.
Desciendo las escaleras para, a través de la planta baja, acceder a la terraza. Vivo en un adosado de tres plantas y cuando lo adquirí, no pensé en lo que podía suponer subir y bajar tanto peldaño: menuda lata.
Salgo al exterior y resguardada por el techado, no me mojo. Eso sí, noto como la humedad envuelve el ambiente. Me tumbo en el balancín del porche, me relajo y respiro la naturaleza que me rodea: huele a hierba mojada, me encanta ese olor. La placidez le ha ganado terreno a los sonidos cotidianos: ladridos de perros vecinos, el motor de algún coche atravesando la calle o niños que ríen y gritan mientras juegan. Esa serenidad solo alterada brevemente cuando el estruendo de algún trueno cobra fuerza o un relámpago ilumina el color gris que tiñe el cielo.
Mi jardín está habitado por multitud de plantas y árboles, sus copas se balancean de un lado a otro pues el viento anda algo alborotado. Abro mis sentidos y me dejo llevar por la brisa.
La lluvia refresca el ambiente, limpia la atmósfera, transmite paz. Me encantan esas personas que se emocionan con las cosas más sencillas de la vida: una puesta de sol, un cielo estrellado, una tormenta de verano intensa pero fugaz... esas cosas a las que algunos no prestan importancia.
Que sea un buen día depende de nosotros no del tiempo que haga. No podrás controlar que llueva pero sí puedes controlar tu actitud. Así que si el día amanece lluvioso haz que brille tu sonrisa porque recuerda: la lluvia no solo moja, también pinta cielos. Sin ella no habría arco-iris.